La LOE y las Competencias

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En la era predigital, lo que la gente aprendía en la escuela no cambiaba sustancialmente en el tiempo por lo que las instituciones, métodos y procedimientos educativos se basaban en la memorización de unos textos incluso apoyados en el uso de versos y refranes. Es evidente que no se tenía en cuenta esa frase que cada vez cobra más relevancia en nuestra sociedad de la información: “Lo único permanente es el cambio”.

Una situación de conformismo con los contenidos educativos y de espaldas a la realidad de la Sociedad de la Información del Siglo XXI en el que vivimos no permite afrontar los cambios de nuestra sociedad, salvo que se consiga dinamizar el contenido educativo y el objeto de las enseñanzas. Se trata de abolir el memorismo repetitivo, promover el raciocinio y la capacidad autónoma de aprender cada persona y dejar atrás los tópicos caducos de la sociedad predigital.

Este es el nuevo paradigma educativo que aporta la LOE:

Citando a Karina Valle (Valle Olsen, Karina. Valor de uso versus valor de cambio. Revista de la Confederación Estatal de Asociaciones de padres y madres de alumnos. Número 86, marzo/abril de 2006): “Existe un conocimiento con “valor de uso” común para todo individuo como miembro de una sociedad, cuyos contenidos son los que harán al sujeto capaz de desenvolverse de manera hábil, crítica y activa en aquellas circunstancias que le depare la vida cotidiana”.

El dominio de ese conocimiento de uso común para todas y cada una de las personas, es a lo que se ha venido a denominar “competencias básicas”. En el marco de la propuesta realizada por la Unión Europea, en la LOE se han identificado ocho competencias básicas:

  1. Competencia en comunicación lingÁ¼ística
  2. Competencia matemática
  3. Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico
  4. Tratamiento de la información y competencia digital
  5. Competencia social y ciudadana
  6. Competencia cultural y artística
  7. Competencia para aprender a aprender
  8. Autonomía e iniciativa personal

Las competencias básicas deben adquirirse desde todas las áreas y materias. Lo que implica una concepción del currículo que va más allá de la concatenación de los contenidos de cada materia. La adquisición de las competencias básicas exige establecer conexiones entre las materias para una integración de los contenidos que sea significativa, es decir, que produzca conocimiento ; dicho de otro modo, que permita interpretar crítica y constructivamente el mundo que nos rodea y la sociedad en que vivimos. Porque detrás de las formulaciones científicas siempre hay unos valores articulados en fines y medios. Valores que implican procesos de conocimiento, aptitudes y opciones.

Todo ello en lo que se refiere a los contenidos no exige grandes cambios. Lo que debe cambiar es el enfoque. Se trata de que el aprendizaje de los contenidos siga una metodología que conduzca a la adquisición de competencias. Se trata de transformar la enseñanza en aprendizaje. Esta transformación es un reto ya que exige un cambio sustancial en la forma en la que está organizada la enseñanza y lo que es más importante: un cambio sustancial en la formación y motivación del profesorado.

A pesar de las dificultades y del amplio plazo necesario para poner en marcha esta transformación de la enseñanza, creo que es obligatorio impulsar el cambio y provocarlo introduciendo en el sistema educativo a agentes del cambio. En el actual modelo educativo echo en falta la existencia de profesionales de planificación, dirección, gestión del cambio, orientadores, y responsables de los distintos módulos o asignaturas. Es cierto que actualmente existen directores de centros y orientadores educativos pero a todas luces y por lo que he estado viendo a lo largo del curso, la función de estos profesionales en muchos casos es meramente decorativa. Esta situación unida a ausencias de auténticos gestores y agentes del cambio y la innovación lleva actualmente a una situación de tipo voluntarista donde los profesores se organizan lo mejor que pueden en base a su vocación y su buena voluntad, no estando obligados ni retribuidos para ello, organizándose en cada centro iniciativas educativas absolutamente descoordinadas.

Es por lo tanto necesaria la dotación de una estructura profesional y adicional al propio profesorado de forma que esta estructura profesional pueda liderar los cambios requeridos y ayudar a la mejora en la calidad de la enseñanza y liderar el cambio de la era predigital a la Sociedad de la Información.


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