La sociedad se iba amoldando a los caprichos del viejo dictador (“a la fuerza ahorcanâ€), pero no fue así en la universidad, que fue uno de los colectivos que luchó para poderse expresar con libertad. Como en una dictadura no se pueden consentir ciertas cosas, hubo que tomar decisiones y en este caso la decisión fue la de destinar enormes contingentes de policías a los campus universitarios para reprimir cualquier intento de libre expresión y de asociación.
En esta noche negra de la universidad en España: en cada facultad existía un “cuartelillo†lleno de polis, la policía secreta (la brigada político-social) se colaba de incógnito en las clases y asambleas, en el Paraninfo de la UCM aparcaban los “camiones botijo†prestos a ducharnos con agua mezclada con colorante y eran relativamente frecuentes los desalojos de clase a punta de pistola.
Si analizamos la situación desde otro punto de vista, lo que pasaba es que existía una enorme brecha entre lo que demandaba la sociedad y lo que proporcionaba el sistema:
- Falta de libertad y derechos.
- Escasez de recursos económicos.
- Pobreza.
- Autarquía.
En este camino emprendido con la constitución de 1.978 hay flecos que no han sido asimilados por los ciudadanos y hay enormes cambios en nuestro entorno socio económico:
- El funcionamiento de las instituciones tiende a democratizarse. Se elimina el sistema de designación digital reemplazándolo por la elección a través de comités formados por personas interesadas (caso de la LOGSE con el Consejo Escolar).
- Los ciudadanos tienen la posibilidad de participar en las instituciones.
- Debido al aumento de la riqueza hemos pasado de un país de emigrantes a un país en el que la inmigración supone el 10% de la población.
- La religión católica no es obligatoria, disminuye el número de practicantes y el estado es aconfesional. Según el censo INE 2008, en España hay aproximadamente:
- 1.000.000 de ciudadanos de nacionalidad extranjera procedentes de países de tradición ortodoxa (principalmente, de Rumanía, Bulgaria, Ucrania y Rusia)
- 900.000 ciudadanos procedentes de países de tradición islámica (principalmente de Marruecos, Argelia y Senegal)
- 600.000 ciudadanos procedentes de países de tradición protestante (principalmente de Reino Unido)
Todos estos cambios requieren adaptación y entendimiento por parte de la población. Es normal que haya personas que no los entiendan y es normal que se creen tensiones y confusión en la sociedad.
Estas tensiones afectan principalmente a los padres que deben de ejercer como educadores de sus hijos. Evidentemente, si no tienen las ideas claras no pueden transmitirlas bien a sus hijos. Evidentemente, si no han tenido tiempo de integrarse en nuestra nueva sociedad no tienen nada que transmitir.
Pienso que en este contexto de cambio es donde se encuadra el problema de violencia en las aulas. No con ello quiero justificarlo ni quitarle importancia, pero me niego a admitir los comentarios que aquellos que achacan la causa al articulado de la LOGSE.
En mi opinión, la autoridad –en un grupo social, como puede ser una clase- es consecuencia del liderazgo. La autoridad no se otorga, sino que se adquiere.
Pienso por lo tanto que otorgar al profesor la condición de autoridad pública, no sirve en absoluto para solucionar el problema, sino todo lo contrario.
Como todas las cosas en esta vida, la solución al problema de violencia en las aulas hay que buscarla el los motivos que la puedan originar y requiere voluntad de buscar una solución y rigor en la búsqueda de causas y soluciones.
Es muy fácil para una gobernante conservadora y miembro de la nobleza de España echar pelotas fuera e investir al profesor de escuela pública de la misma autoridad que tiene un guardia de la porra, pero eso no soluciona el problema, sino que lo empeora. Tampoco solucionaría el problema la excusa de que la solución está en privatizar los centros.
Lo que tienen que hacer es buscar la solución que sea buena para los ciudadanos (para eso la pagamos).
elmitodelaensenanzademocratica
Deja un comentario
Disculpa, debes iniciar sesión para escribir un comentario.